viernes, 31 de octubre de 2014

Focaccia Jack-o´-lantern. Receta de Halloween.

A pesar de sus detractores entre los que hasta no hace mucho me contaba, la fiesta de Halloween ha llegado para quedarse. Los grupos católicos más extremistas la machacan sin piedad orquestando cada octubre patéticas campañas anti-halloween con resultados igual de patéticos ¿Qué secreto tiene esta fiesta de origen pagano para tener tanto éxito? Muy sencillo: después de pasar por la siempre excesiva y hortera coctelera yankee, la de Halloweense ha transformado en una fiesta muy divertida.



Lo de las linternas de calabaza en Halloween viene de la leyenda de Jack-o´-lantern, un tío tan rematadamente malo que ni en el infierno lo quisieron. De hecho cuando al morir fue rechazado en el cielo y se presentó en las puertas del infierno, Lucifer lo echó de allí lanzándole brasas encendidas. Jack las recogió en un nabo hueco y lo usó como linterna para iluminar su eterno vagar en busca de un lugar en el que hallar descanso. Al principio se hacían con nabos, pero con el tiempo empezaron a usarse calabazas para fabricar las linternas de Jack, ya que por su color la luz era más parecida a la que emanaría de aquellas brasas infernales. Nosotros, en vez de linterna con la calabaza vamos a hacer una focaccia que aprobaría el mismísimo Lucifer.

Necesitaremos:
  • 400 g. de puré de calabaza.
  • 1 cabeza de ajos asada.
  • 500 g. de harina de trigo.
  • 250 g. de harina integral.
  • 30 g. de levadura fresca.
  • 1 cucharada de sal fina.
  • 50 ml. de aceite de oliva y un poco mas para pintar antes de hornear.
  • 100 ml aprox. de agua tibia (aunque dependerá del agua que aporte la calabaza)
  • 1 cucharada de miel.
  • Romero.
  • Sal gruesa o maldon.
Bola extra:
  • El blanquet es un embutido con el aspecto espectral que requieren estas fechas, así que vamos a ponerle también un par de blanquets.

Y ahora sí, vamos con la elaboración.
  • El día anterior habremos dejado el romero macerando en el aceite de oliva.
  • Cocinamos la calabaza en el horno y así conseguiremos un puré con menos agua. Asaremos también la cabeza de ajos.
  • En la superficie de trabajo hacemos un volcán con la harina de trigo y en el crater ponemos la levadura desmenuzada, la cucharada de miel y un poco de agua tibia.
  • Lo dejamos estar cinco minutos para que la levadura vaya haciendo marcha.
La levadura en acción.
  • Pasados los cinco minutos agregamos el aceite de oliva (previamente filtrado), la sal fina, el ajo asado y reducido a puré y el puré de calabaza.
  • Espolvoreamos con harina la superficie de trabajo y empezamos a amasar.
  • La masa debe quedar firme, elástica y ligeramente pegajosa. Si está demasiado seca añadimos agua muy poco a poco a medida que la vaya admitiendo. Si queda demasiado líquida añadimos harina integral.
Después del primer amasado.

  • Dejamos la masa en un bol, la tapamos con un paño limpio y la dejamos levar una hora o hasta que doble el volumen.
Levando.

  • Volvemos a espolvorear con harina la superficie de trabajo y volvemos a amasar para extraer el exceso de aire de la masa.
  • Dejamos reposar, sobre el papel de horno, unos diez minutos más para que la masa pierda fuerza.
  • Estiramos con el rodillo hasta que tenga el tamaño deseado. Nos debe quedar un grosor como de dos centímetros más o menos.
  • Marcamos con los dedos los huecos típicos de la focaccia.
  • Ya en la bandeja en la que la vamos a hornear, la dejamos levar media hora más tapada con un paño limpio. 
  • La regamos con un buen chorro de aceite de oliva y la marcaremos con los dedos (apretando sin miedo) para que cale bien el aceite. Si le vamos a poner blanquet este es el momento.
  • La metemos en el horno precalentado a 200 ºC y la dejamos 25 minutos. 






Ojo cuidao.
  • El blanquet es opcional.
  • Los tiempos de horno, como siempre son orientativos.
  • Igual que ocurre cuando hacemos pan, en el primer amasado nos lo debemos currar trabajando la masa al menos durante diez minutos.

miércoles, 29 de octubre de 2014

Crema de calabacín.

La semana pasada andábamos por un centro comercial en Carcaixent y al pasar por delante de una tienda de decoración de nombre impronunciable en la que venden basura nórdica (que es como la basura china y creo que está fabricada en China, solo que con predominio de maderas desteñidas o blanqueadas rollo vintage)  me di cuenta de que sus escaparates estaban ya llenos de "papás noeles", muñequitos de nieve y demás decoraciones navideñas. Miré el reloj, miré el calendario y me dije: ¡pero hostia! ¡si faltan más de dos meses! ¿estamos locos o qué?



Te indignas, te cabreas, flipas un poco, pero ya te han jodido. Se acercan las navidades, los turrones, las comidas descomunales, los polvorones de Nutella, los antiácidos, calorías y más calorías. Y te entra la neura. Y decides hacer una pequeña (pequeña, tampoco hay que cargar las tintas) dieta preventiva en previsión de lo que vendrá. Te asomas a la nevera, apartas dolorosamente la vista del estante de los quesos y ¡mira! en el cajón de las verduras, entre otras joyas hay un calabacín precioso, así que vamos a hacer una crema de calabacín. Pero como una cosa no quita la otra, vamos a hacer una crema de calabacín deliciosa. Y no exagero.

Necesitaremos:
  • Un calabacín mediano.
  • Una patata tirando a pequeña pero sin pasarse.
  • Una cebolla mediana.
  • Un puerro.
  • Una cucharada de yogur griego.
  • Sal y pimienta.
  • Agua o caldo de pollo o verduras.
  • Un chorrito de aceite de oliva.
Vamos con ello:
  • Cortamos la cebolla y el puerro en juliana fina y los ponemos a rehogar a fuego lento en una cazuela con un chorrito de aceite de oliva. Salpimentamos.
  • Cuando la cebolla y el puerro están transparentes añadimos la patata cortada en dados y dejamos que se haga un poco, siempre a fuego lento.
  • Dejamos la patata como tres o cuatro minutos y añadimos el calabacín también cortado en dados.
  • Seguimos a fuego lento unos minutos más mezclando bien todos los ingredientes.
  • Todo esto lo haremos con la cazuela tapada para conservar los líquidos de los ingredientes.
  • Cuando el calabacín empiece a coger algo de color añadimos el caldo o el agua. No demasiado, apenas lo justo para cubrirlo todo.
  • Dejamos cocer, siempre a fuego lento hasta que al pinchar la patata la notemos blanda.
  • Retiramos, añadimos  la cucharada de yogur y trituramos bien con la batidora. Si no nos gusta una crema lo más fina posible y sin tropezones, la pasamos por el pasapurés. Personalmente yo prefiero que tenga algo de textura.
  • Corregimos de sal, dejamos que haga chup chup un par de minutos más, y listo para servir.
Ojo cuidao.
  • Obviamente, mejor usar caldo que agua, pero con agua también queda bien.
  • El verdadero secreto para conseguir una crema de verduras realmente sabrosa está en rehogar a conciencia los ingredientes antes de añadir el caldo o el agua y poner a cocer. Necesitaremos muy poco aceite con lo que el aporte calórico será mínimo y el sabor mejorará mucho. Cuesta un poco más que sumergirlo todo en agua y dejarlo hacer, pero el resultado no se puede comparar.
  • La sal en la cocina funciona como intensificador del sabor. En esta receta, al rehogar los ingredientes conseguimos remarcar los sabores y así nos podemos permitir usar menos sal.

martes, 28 de octubre de 2014

Confit byaldi: el ratatouille al horno.

 Aclaración preliminar: aunque en la mayoría de las páginas de cocina se empeñen en decir que esta receta es una variante de la famosa ratatouille, yo creo que no tienen nada que ver. En lo único que se parecen es en los ingredientes, pero la técnica, la dificultad y el tiempo de elaboración son completamente distintos. Dicho esto, veamos de qué va.




Se ha dicho y casi siempre resulta cierto, que el todo es mayor que la suma de las partes. En pocos sitios se cumple mejor esta máxima aristotélica que en la cocina y esta receta es un buen ejemplo. Coges unos cuantos ingredientes humildes y sencillos, los tratas con un poco de mimo, los metes en el horno para que se conozcan bien y obtienes una maravillosa sinfonía de sabores y texturas. Es una simple receta de verduras al horno pero cuando la hagas te darás cuenta de que es mucho más que eso.

Ingredientes:


  • 2 tomates
  • 1 patata
  • 1 berenjena
  • 1 calabacín
  • 1 cebolla
  • 1 pimiento rojo
  • Hierbas provenzales
  • Aceite y sal
Elaboración:
  • Cortamos las verduras en rodajas finas.


  • Engrasamos ligeramente con aceite de oliva una fuente apta para horno.
  • Colocamos las verduras alternándolas como se ve en la foto.
 
  • Sazonamos las verduras a medida que las vamos colocando con un buen chorro de aceite de oliva y un poco de sal.
  • Las introducimos en el horno precalentado a 200º durante una hora.
  • Cuando queden unos minutos espolvoreamos por encima unas hierbas provenzales.
Ojo cuidao:
  • Como siempre decimos, el tiempo de horno y la temperatura son orientativos. Dependerá un poco de cada horno y también de cómo hayamos cortado las verduras. La idea es que queden tostadas en la superficie y levemente jugosas por abajo.
  • La patata es un añadido nuestro que queda, por qué no decirlo, bastante rico.
  • Hay una versión más elaborada de esta receta en la que se prepara una salsa de tomate y se extiende por el fondo de la fuente antes de colocar las verduras. Eso ya se parecería más al ratatouille. 
  • Me gusta colocar las rodajas de tomate entre rodajas de berenjena y patata y así la humedad del tomate impedirá que sus compañeras se sequen demasiado.
  • Esta es una receta muy, muy sencilla pero el tratamiento de los ingredientes es importante para que quede bien. Cortar las verduras en rodajas finas y uniformes y colocarlas bien requiere mucho mimo y ninguna prisa pero el resultado bien merece la pena.

jueves, 23 de octubre de 2014

Muhammara. El pariente rojo del hummus.

 Receta modificada y mejorada el 5/12/2014. Hemos modificado la forma de cocinar el pimiento y hemos añadido un par de ingredientes.

"Todo lo que me gusta es ilegal, inmoral o engorda". Esta famosa frase la dijo (creo) Charles Boyer en una vieja película de 1939. Es una buena frase y yo la usé mucho en mis tiempos mozos, para hacerme el interesante e intentar ligar. No puedo decir que me diera buen resultado entonces... Pero esa es otra historia. El caso es que la frase es buena y como casi todas las grandes frases, más falsa que Judas. Esta humilde, recatada y casi dietética receta lo demuestra.


Antes de meternos en faena creo que estoy obligado a hacer una puntualización más que nada por si a algún sirio le da por venir por aquí. Esta receta no es la de la muhammara auténtica, es una versión sencilla (casi insultantemente sencilla) pero con un resultado tan espectacular que sirve para anular totalmente la frase que abre esta entrada. La receta de verdad llevaría sirope de granada que, como no lo he conseguido, pues no se lo he puesto.

Necesitaremos:
  • Dos pimientos rojos.
  • 100 g. de nueces peladas.
  • Pan rallado.
  • El zumo de medio limón.
  • Un diente de ajo.
  • Una pizca de comino.
  • Una pizca de ras el hanut (mezcla de especias de origen magrebí)
  • Aceite de oliva.
  • Sal. 
  • Una cucharada de yogur griego o queso mascarpone.
La cosa es bien sencilla:
  • Quitamos las semillas a los pimientos, los picamos bien finos (mejor con la picadora eléctrica) y los ponemos en una olla a reducir a fuego lento hasta obtener una pasta.
  • Ponemos la pulpa de los pimientos junto con los demás ingredientes en un cuenco.
  • Caña con la batidora hasta obtener una pasta fina.
  • Corregimos la textura hasta dejarla a nuestro gusto añadiendo pan rallado.
  • Dejamos reposar un rato y si es de un día para otro mucho mejor.
  • Y ya está, no hay más complicación. 
 Ojo cuidao.
  • Al igual que el hummus esta es una receta para untar que está deliciosa con pan de pita, pero también podemos usar para "mojar" bastoncitos de verduras: apio, lechuga, zanahoria...
  • También nos vale para alegrarle el día a una pechuga de pollo a la plancha. Que estemos a dieta no implica que nos esté negado todo disfrute culinario.
  • Si no tenemos ras el hanut tampoco nos tenemos que agobiar, si nos da por ahí podemos sustituirlo por una pizca de curry en polvo y si no, pues no se lo ponemos y santas pascuas, la receta también funciona sin él.

miércoles, 15 de octubre de 2014

Bacalao mozárabe.

Si tus amigos son unos tragaldabas y un día de esos tontos que tienes de vez en cuando les dices, veniros a cenar que voy a preparar un bacalao, ellos aparecerán con el pan (metafórico) debajo del brazo dando por hecho que vas a preparar un bacalao al pil pil. Porque para los amigos tragaldabas el bacalao es al pil pil o no es. Luego los hay más finolis, los que son más de bacalao con tomate. No es mi caso, los míos son de pil pil. El problema es que el pil pil es básicamente aceite aromatizado con ajo y guindilla y emulsionado con la gelatina de la piel del bacalao. O sea, aceite. O sea, una bomba. Y ya no tenemos 20 años.



La receta de hoy es, en mi opinión, una de las mejores recetas de bacalao que existen. Un bacalao digno del mismo Jehová. Es una receta tradicional granadina pero no es demasiado conocida y creedme si os digo que vale la pena conocerla. Esta receta sirve para quedar bien en una cena formal pero como es tan sencilla y tan rápida también vale si lo que queremos es darnos un homenaje y saltarnos la dieta. Porque vamos a ver, no es pil pil, pero la mayonesa también tiene lo suyo y la salsa de tomate, despues de haber conocido al bacalao en el horno, invita a mojar pan.

Necesitaremos:
  • 2 lomos de ración de bacalao desalado.
  • 100-150 ml. de mayonesa.
  • 1 cucharada de las de postre de miel.
  • 10-12 pasas hidratadas.
  • 10-12 cacahuetes crudos pelados.
Para la salsa de tomate:
  • 4 tomates rallados o triturados.
  • 1/2 pimiento rojo.
  • 1 zanahoria.
  • 1 cebolla.
  • Sal.
  • Azúcar.
Y ahora la preparación.
  • Empezamos preparando la salsa de tomate que será lo más laborioso.
  • Picamos la cebolla y el pimiento y los ponemos a pochar en una sartén con un chorro de aceite de oliva.
  • Cuando la cebolla y el pimiento estén blandos añadimos el tomate, corregimos la acidez con una pizca de azúcar y sazonamos.
  • Dejamos cocinar unos 20 minutos a fuego suave y cuando esté listo lo trituramos todo para conseguir una salsa fina.
  • Mientras tanto marcamos en una sartén los lomos de bacalao ligeramente enharinados
  • Extendemos la salsa de tomate en el fondo de una fuente apta para horno o una cazuela de barro.
  • Disponemos los lomos de bacalao sobre la salsa de tomate. 
  • Preparamos la mayonesa y le añadimos una cucharada de miel. Mezclamos con suavidad hasta conseguir una salsa homogénea.
  • Cubrimos los lomos de bacalao con la mayonesa y añadimos los piñones y las pasas.
  • Gratinamos en el horno a 180ª hasta que veamos que la mayonesa ha formado una costra dorada.
Ojo cuidao.
  • No hay que pasarse con la salsa de tomate. Se trata de cubrir el fondo de la fuente con una capa de salsa de un centímetro más o menos. ¿Que te ha sobrado salsa? No pasa nada, la guardas y al día siguiente te preparas unos macarrones.
  • Como la mayonesa va cocinada no hay problema con hacerla en casa. Las mayonesas industriales no son recomendables para esta receta. No suelen gratinar bien y se limitan a sudar y encoger dando un resultado tirando a ridículo. La mayonesa casera en cambio hace una costra dorada y adquiere por dentro una textura de mousse de lo más interesante.
  • Los cacahuetes mejor si son crudos, hay que tener en cuenta que luego van al horno.
  • Marcar es dorar ligeramente pero sin terminar de cocinar.
  • Si eres de los que no les gusta la mezcla de dulce y salado puedes eliminar las pasas pero yo no eliminaría la miel, como mucho reduciría la cantidad.

jueves, 9 de octubre de 2014

Brownie de galletas Oreo.

Algunos de vosotros nos habéis dicho (el formulario de contacto, por cierto, está abajo a la derecha) que todo eso de las sopas, los arroces e incluso panes está muy bien pero que todavía no nos hemos marcado ningún postre. Es que veréis, en esta casa no somos muy de postres (codazo codazo, guiño guiño) y a Maite le cuesta ponerse a hacer estas cosas, pero va, ante la insistencia se ha sacrificado por vosotros, se ha metido en la cocina y aquí tenéis este brownie de sabor potente y preparación facilísima.




A primera vista puede parecer difícil, pero si seguimos el proceso punto por punto y con un poco de cuidado, esta es una receta que le sale a cualquiera por poco experimentado que sea. El resultado bien merece la pena. Es un pastel de textura firme pero que no queda reseco. Tiene toda la potencia del chocolate y se deshace en la boca en una auténtica oleada de sensaciones. Vamos, que está riquísimo.



Necesitaremos:
  •  165 g de mantequilla.
  •  200 g chocolate 70% de cacao.
  •  3 huevos enteros y 2 yemas de huevo
  •  1 vaina de vainilla.
  •  165 g azúcar moreno.
  •  2 cucharadas de harina.
  •  1 cucharada de cacao puro en polvo.
  •  100 g de galletas Oreo.
  • Azúcar glass para decorar.
Y ahora la elaboración:
  • Forramos con papel vegetal una bandeja o una fuente aptas para horno. La de la foto mide unos 30 cm. en la parte más larga.
  • Derretimos la mantequilla y el chocolate troceado en el microondas o al baño maría, removemos para mezclar bien. Reservamos.
  • Ponemos los huevos y las yemas en un bol grande, vaciamos la vaina de vainilla y batimos con las varillas hasta que doblen el volumen. Durante el proceso de batido iremos añadiendo poco a poco el azúcar moreno para que se integre bien.
  • Añadimos la mezcla de chocolate y mantequilla que habíamos reservado y mezclamos bien con movimientos envolventes usando esta vez una espátula.
  • Cuando esté todo bien mezclado añadimos la harina y el cacao en polvo tamizados para que no salgan grumos.
  • Troceamos con las manos 2/3 de las galletas Oreo y las añadimos.
  • Vertemos la mezcla final en el recipiente que habíamos preparado cuidando de que quede una capa uniforme.
  • Troceamos las galletas que habíamos reservado y distribuimos los trozos sobre la masa para decorar.
  • Introducimos el recipiente en el horno precalentado a 180º y horneamos durante 20 a 30 minutos.
  • Desmoldamos y dejamos enfriar sobre una rejilla.
  • Decoramos con azúcar glas, cortamos en cuadrados y servimos.


Ojo cuidao:
  • Durante el proceso de mezclado con la espátula actuaremos con suavidad y mimo para que la mezcla no pierda el aire y se nos venga abajo.
  • El cacao puro en polvo no es Cola Cao ni preparado para chocolate a la taza. El que nosotros usamos es el de la marca Valor y se puede encontrar con facilidad en cualquier supermercado.
  • Si no tienes chocolate de 70% tampoco pasa nada, puedes usar cobertura o lo que tengas por casa pero si te gusta el brownie con un sabor potente, mejor si es de 70% o más.
  • Para vaciar la vaina de vainilla la abriremos con un cuchillo afilado y rasparemos el interior con una cucharilla. 
  • El brownie ideal debe estar crujiente por fuera y ligeramente jugoso por dentro. Para comprobar si nuestro brownie está cocinado, unos minutos antes de que se cumpla el tiempo de cocción le pincharemos con un palillo. El palillo debe encontrar una ligera resistencia para romper la corteza que se habrá formado y salir ligeramente húmedo. En nuestro caso, el tiempo de cocción han sido 25 minutos y el grosor del brownie de unos 2 cm.
  • Este brownie se puede tomar en frío o calentándolo ligeramente en el microondas. A Maite le gusta más caliente y a mí, realmente me da igual.
  • Para acompañar es ideal una bola de helado de vainilla. Nosotros compramos el de vainilla y bourbon del Lidl y está muy bueno.

lunes, 6 de octubre de 2014

Arroz con blanquet y espinacas. Sin caldo.

El arroz, sobre todo el arroz seco tipo paella o arroz al horno, es otro de los escollos que se presentan en la travesía culinaria del cocinillas intrépido e imberbe. Creemos que es difícil, que no vamos a ser capaces, que hace falta una especie de toque divino para cocinar arroz y la verdad, no es para tanto. A esto ha contribuido mucho la mitología de la paella. Si quieres ver a dos valencianos discutir pregúntales cómo hacen la paella: con pollo, sin pollo, con gambas, sin gambas, con pelotas (sí, pelotas), sin pelotas, que si se pasa el arroz, que si se queda corto... En realidad la paella no es una receta complicada, lo complicado es darle el punto al arroz, que quede seco y suelto pero cocido. Es muy estrecha la frontera que separa el plato de perdigones del engrudo de calafatear y es justo en esa frontera donde se encuentra la excelencia del arroz bien cocinado. Hay paelleros (el paellero, o arrocero, es como el cocinillas pero en obsesivo-compulsivo) de chichinabo que te ponen delante un plato de cosas que hacen croc croc al masticar, le echan morro y dicen: no, es que a mi mujer le gusta el arroz enterito. ¿Enterito? piensas tú, a esto le añades un puñado de pólvora y lo tienes que manejar con licencia de armas. O en el otro extremo que te sueltan un engrudo incomible y lo arreglan diciendo que les ha quedado textura de risotto y això és de veres que m´ha passat a mi . De todas formas, debo decir que estos caraduras son los menos. Si algo caracteriza al verdadero paellero es la búsqueda incesante de la perfección. Eso sí, un consejo voy a daros, no se os ocurra criticar a un paellero bueno o malo; no se lo toman bien. Su reacción irá desde la tristeza patética en plan cachorrillo abandonado hasta la necesidad de darte explicaciones y créeme, no quieres que un paellero te de explicaciones.



Como habrás adivinado, oh lector sagaz y previsor, hoy no vamos a cocinar una paella sino un humilde arroz de aquí te pillo aquí te mato que por no necesitar, no necesita ni caldo. El papel del caldo lo va a suplir en parte un preparado a base de tomate asado, perejil, ajo, aceite y pimiento choricero: la salmorreta; y en parte el delicoso blanquet. El blanquet, también conocido como morcilla blanca, es un embutido típico de Valencia y va muy bien para todo tipo de guisos. Nosotros compramos el blanquet en Don Chuletón, una carnicería de Requena. Con el blanquet de Don Chuletón se da una doble paradoja. Requena es tierra de embutidos pero el blanquet no es uno de ellos, sin embargo el mejor blanquet que hemos probado (y con diferencia) lo compramos aquí. Antes de meternos con la receta, decir que está basada en una de El Cocinero Fiel, otro de los grandes cocinillas de internet y al que volveremos a ver por aquí.

Necesitaremos:
  • Un tomate.
  • Un diente de ajo.
  • Una ñora hidratada y sin pepitas o un pimiento choricero.
  • Perejil.
  • Aceite de oliva.
  • Sal.
  • Pimienta.
  • Un blanquet.
  • 150 g. de espinacas frescas.
  • 200 g. de arroz.
  • Agua.

Preparamos primero la salmorreta.
  • Asamos el tomate en el microondas (el tiempo dependerá de la potencia del chacharro), lo pelamos y lo ponemos en el vaso de la batidora.
  • Añadimos la ñora troceada, el perejil picado, el ajo fileteado, aceite, sal y pimienta.
  • Batimos hasta conseguir una pasta homogénea.
Empezamos a cocinar.
  •  Nosotros utilizamos una paellera pequeña para dos personas, la de la foto, pero vale cualquier recipiente similar. 
  • Salteamos el blanquet cortado en tacos. No hace falta poner aceite. Cuando esté doradito, lo sacamos y reservamos.
  • Seguidamente ponemos a cocinar la salmorreta que hemos preparado hasta que adquiera un color entre rojo y granate. 
  • Ahora viene todo seguido. Fuego vivo y
  • Ponemos las espinacas (que previamente habremos lavado y escurrido bien).
  • Volvemos a poner el blanquet.
  • Ponemos el arroz y le damos unas vueltas para que se saltee un poco.
  • Para finalizar echamos el agua.
  • La cocción del arroz son unos 20 minutos (según la marca). Lo ideal es que lo tengamos 8 minutos a fuego fuerte y los otros 12 a fuego suave. Se supone que se habrá consumido el líquido y el arroz estará hecho peeeero...
Ojo cuidao:
  • En lo referente a la cocción del arroz cada cual depende de su propia experiencia. Los tiempos que he dado son meramente orientativos. Sin embargo sí puedo dar algunos consejos al respecto:
  • Si faltan unos minutos y crees que se va a quedar seco pero no estás seguro, es que vas bien de líquido. Los novatos podemos ser bastante histéricos con esto y lo normal es que nos pasemos de caldo y se nos pase el arroz.
  • Si no tienes más remedio que añadir líquido (caldo o, como en este caso, agua) porque ves que se te ha quedado seco y aún faltan unos minutos para que el arroz alcance su punto de cocción, añádelo caliente.
  • Si ves, en cambio, que llegas a los 20 minutos y queda demasiado líquido (normalmente porque la has fastidiado en segundo punto) métele caña al fuego para que evapore más rápido
  • Parece difícil pero no lo es tanto, solamente hace falta práctica.
  • Para medir el agua necesaria van muy bien las jarras medidoras. La norma general es por cada medida de arroz dos de agua. 
  • Antes de poner a asar el tomate de la salmorreta le haces un corte en forma de cruz si no quieres encontrarte con el interior del microondas estucado con un bonito gotelé rojo.
  • Manteniendo como base la salmorreta, en esta receta puedes variar los ingredientes casi hasta el infinito: embutido de cualquier tipo, costillitas, bacalao, verduras, sepia, chipirones, pulpitos... Si los ingredientes son buenos, siempre sale bien.
  • Y si perseveras y no te olvidas, cada noche, de decir tus oraciones a Baco y Deméter, un día, en el fondo de tu arroz encontrarás un poco del mítico socarrat. Pero del socarrat hablaremos en profundidad cuando hagamos una paella.

miércoles, 1 de octubre de 2014

Solomillo de cerdo en escabeche.


Hasta el cocinillas más extremo tiene días de bajón en los que cuando llega la hora de cenar se dice: joder, hoy no me apetece nada meterme en la cocina. Las personas normales cogen una pizza precocinada, la meten al horno o peor, al microondas y no se calientan más la cabeza. Bueno, es una opción, pero un cocinillas no es un verdadero cocinillas si deja entrar en su casa alimentos precocinados. Un cocinillas como es debido, tiene en la nevera platos como el que vamos a cocinar hoy para solventar estas situaciones.


Hoy nos vamos a marcar un solomillo en escabeche y me gustaría dedicarle esta receta a uno de los cocineros más jrandes que ha dado esta fecunda tierra: Falsarius Chef, el único tío en el mundo que ha tenido los santos cojones, con perdón, de escabechar unos mejillones en escabeche. Chúpate esa, Ferrán Adriá. En un mundo en el que cada día proliferan cocineros estrella de rictus serio, culo prieto y encantados de haberse conocido, Falsarius es un soplo de aire fresco con su nariz de pega, su estilo cachondo y sus recetas impostoras. Que ojo, no digo que esos cocineros tan serios no sean unos grandes profesionales capaces de hacerte llorar de placer con unas simples verduras salteadas, digo que también viene bien echarse unas risas de vez en cuando. Y no hay risas más sanas que las que te echas riéndote de ti mismo.

Pero vamos con el solomillo que me disperso.

Necesitaremos:
  • Dos solomillos de cerdo.
  • Una cebolla mediana.
  • Medio puerro.
  • Dos zanahorias.
  • Una cucharada sopera de pimienta negra en grano.
  • Una hoja de laurel.
  • Cuatro dientes de ajo limpios y sin pelar.
  • Una pizca de canela molida (como la puntita de una cucharilla de café).
  • 100 ml. de aceite de oliva.
  • 150 ml. de vinagre.
  • 300 ml. de vino blanco.

Vamos con la elaboración:
  • Vertemos el aceite en una cazuela baja y doramos los solomillos salpimentados junto con los dientes de ajo. Si son demasiado grandes los podemos cortar por la mitad. Mientras tanto
  • Cortamos la cebolla en juliana no demasiado fina y el puerro y la zanahoria (previamente pelada) en rodajas.
  • Cuando se hayan dorado los solomillos los retiramos, reservamos y en el mismo aceite pochamos las verduras a fuego suave evitando en todo momento que se nos quemen y que se sobrecaliente el aceite.
  • Cuando las verduras están listas volvemos a meter en la cazuela los solomillos y añadimos el vinagre, el vino blanco, la pimienta, el laurel y la pizca de canela.
  • Dejamos que se cocinen a fuego lento durante una hora con la cazuela tapada dándoles la vuelta de vez en cuando si el escabeche no los cubre.
  • Los dejamos enfriar y los guardamos en la nevera dentro de un recipiente hermético o bien los podemos trocear, guardar en frascos y esterilizarlos para conservarlos más tiempo.

Ojo cuidao:
  • El tiempo de cocción puede ser mayor dependiendo del grosor de los solomillos.
  • Esta receta también queda bien, y más barata, con piezas de lomo.
  • Si vamos a guardar el solomillo como conserva, necesitaremos más escabeche para que el líquido cubra la carne en los frascos. Para ello sencillamente aumentamos en proporción el vinagre, el vino y en menor medida el aceite. Si ponemos mucho más líquido también pondremos más ajos, cebolla, zanahoria, pimienta y canela. Eso a ojímetro.
  • La plenitud de sabor de esta receta se alcanza dos días después de cocinarla, por lo que no es recomendable consumirla el mismo día que se cocina. Que no pasa nada, que está buena, pero si esperamos mejor. 
  • ¿Que se ha acabado el solomillo y todavía queda escabeche y te da lástima tirarlo porque te ha quedado muy rico? No hay problema, ese escabeche va muy bien para aliñar ensaladas.
  • La de la foto es una mayonesa tuneada con ajo en polvo y la verdad es que le iba muy bien al solomillo.
  • La Ley del Vino de Cocinar (así, todo en mayúsculas): no uses para cocinar un vino que no te beberías.